lunes, 11 de julio de 2011

PROCESO Y DIÁLOGO (Gary M. Yontef)



Un lector no familiarizado con la Psicología o concretamente con la Terapia Gestalt que se aproxime a este libro de Gary M Yontef, Psicólogo Clínico y miembro activo del Gestalt Therapy Institute de Los Angeles, se topará con un texto, o más bien con una serie de textos (se trata de una recopilación de artículos publicados por el autor a lo largo de años) densos, difíciles de abordar, repetitivos y ciertamente alejados de otras obras referidas a la Gestalt, quizás más simpáticos, o más próximos a los libros de autoayuda que a la reflexión profesional.


Sin embargo, un lector que deseé profundizar en su riqueza de contenidos, en la solidez de sus planteamientos y aceptar la crítica de un terapeuta gestáltico hacia su propia terapia, inclinada en ocasiones a coquetear “con conceptos equivocados y errores”, en palabras del propio autor, se topará con un trabajo intelectualmente honesto, metódico, enriquecedor y muy riguroso en sus argumentos.

Sin duda el título “Proceso y Diálogo” es el mejor resumen que se puede hacer de la obra.

Incide en los dos aspectos más importantes que a mi juicio caracterizan a la terapia Gestalt.

Por un lado en el entendimiento que cada uno de nosotros, como organismos vivos, nos hayamos en perpetuo cambio, siendo en mi opinión, una de las aportaciones más originales y rotundas de Perls, trasvasar la imagen de proceso fisiológico a los mecanismos psicológicos.

De este modo, como Yontef señala “Las personas crecen mascando un trozo de tamaño adecuado (ya sea alimentos, ideas o relaciones), masticándolo (considerándolo) y descubriendo si es nutritivo o tóxico. Si es nutritivo el organismo lo asimila convirtiéndolo en parte de él. Si es tóxico lo escupe (lo rechaza).”

Además, la metáfora va más allá, incidiendo en la capacidad que todos los organismos vivos poseen de auto-regularse, de adaptarse a las situaciones cambiantes del entorno, para mantener de este modo su propia homeostasis. En palabras de Yontef: “Vivir es una progresión de necesidades, satisfechas e insatisfechas, logrando equilibrio homeostático y continuando al siguiente momento y necesidad”

Es precisamente esta lucha entre las alteraciones constantes y el mantenimiento de un equilibrio interno estable, la que nos impulsa a todos (como organismos vivos que somos) a poner límites entre nosotros y nuestro entorno; límites que sirvan a la vez de barrera y medio de comunicación frente a los demás; límites que permanezcan al mismo tiempo suficientemente firmes para mantener nuestra identidad y suficientemente permeables para permitir los intercambios: “Una persona existe al diferenciarse de otro y al contactarse con otro”

Cuando este límites se deteriora, se pierde el contacto con el afuera (con los otros) o con nuestro propio interior (el darse cuenta), llevándonos a funcionamientos que alteran esa auto-regulación e inclinando la balanza hacia la confluencia o hacia el aislamiento.

Por tanto una auto-regulación eficaz exige el tener conciencia de nuestra situación en el “aquí y ahora”, de tomar contacto desde nuestra propia experiencia con cada situación. De tomar contacto con lo que es.

Y ese es en definitiva el propósito de la terapia: aumentar la capacidad del paciente de su “darse cuenta” tanto como contenido (darse cuenta de algo concreto) como proceso (convertir los hábitos automáticos en darse cuenta).

Y esa labor solo se consigue con un diálogo entre terapeuta y cliente que debe cumplir algunas reglas básicas

- Es un diálogo sin deberías por parte del cliente, en el que se ha de fomentar su autonomía y autodeterminación

- La presencia activa del terapeuta es viva y estimulante, honesta y directa.

- Se basa en una relación horizontal, en la que terapeuta y cliente hablan el mismo lenguaje, centrado en el presente, enfatizando la experiencia directa de ambos.

- Es un diálogo en el que ambos son auto-responsables. El terapeuta no se hace responsable del paciente; no fomenta su necesidad de manipulación. El terapeuta solo se responsabiliza de la calidad y cantidad de su presencia, del conocimiento propio y del cliente, de no mantener una postura defensiva y de crear la correcta atmósfera terapéutica.

Con toda seguridad el libro “Proceso y Diálogo" de Gary M. Yontef del que ya habíamos mencionado su densidad, contiene muchos más aspectos dignos de mención. Algunos de suma importancia, como el papel que juegan la fenomenología o la teoría de campo en la forma de entender la terapia gestalt. Otros controvertidos entre los propios terapeutas gestálticos como el del papel del diagnóstico en psicoterapia o la relación con otras formas de terapia como el psicoanálisis o las terapias cognitivas.
Dejo a los que se aventuren en su lectura el trabajo de explorar esas y otras aristas y termino manifestando que se trata de un libro que aleja a la gestalt de una concepción algo teatral y antiteórica que comienza a estar obsoleta y la coloca sobre una base conceptual sólida, desde la cual puede avanzar con pasos más firmes y precisos.



Fabian García Hermoso

Director de Psicosom



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